A sus 24 años, Merlyna de Jesús es intérprete oficial en las transmisiones en vivo de la Alcaldía del Distrito Nacional. En los actos oficiales traduce al lenguaje de señas las ponencias y discursos de figuras como el presidente Luis Abinader y la alcaldesa Carolina Mejía, con el fin de conectar el mensaje con el público con discapacidad auditiva.
Antes de ser la voz para los sordos de personajes de alta envergadura, se prepara para estar a la altura. “Siempre me aseguro de saber más o menos de qué se va a hablar, cuáles son los temas que van a tratar y, si van a mencionar algunos nombres, siempre intento saber cómo se escribe”, explica.
Cuando comienza el discurso, Merlyna aparece en un recuadro en miniatura en la transmisión en vivo, generalmente en el margen inferior derecho de la pantalla. Así se veía en la rendición de cuentas de Mejía en el 2023.
Con el mismo ímpetu de la alcaldesa al destacar los logros de sus primeros tres años al frente de la Primada de América, se materializan los gestos y expresiones de Merlyna para garantizar la claridad del discurso.
Más allá de las cámaras y los escenarios oficiales, asegura que su labor es una forma de garantizar derechos. De acuerdo con el estudio “Circunstancias sociales de la comunidad sorda de la República Dominicana”, publicado en 2022 por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), en el país existían a ese entonces alrededor 74,732 hogares con al menos una persona sorda.
La brecha educativa es significativa: el 35.2 % no había asistido a la escuela o no contaba con ningún nivel de educación, y solo el 26.8 % alcanzó algún grado elemental.
Su lengua nativa
Para muchos puede ser el español, el inglés o el francés, pero en el caso de Merlyna su idioma nativo es la lengua de señas. Aunque puede hablar, desde pequeña se convirtió en un puente entre oyentes y personas sordas, una habilidad que desarrolló en el seno de su hogar como necesidad para comunicarse con sus padres quienes tienen discapacidad auditiva.
Mientras otros niños aprendían a hablar, ella —sin presentar discapacidad auditiva— aprendía a expresarse con las manos, los gestos y el lenguaje corporal.
Desde los seis meses de edad, Merlyna trataba de gesticular sus primeras señas, tal como hacen los bebés al emitir sus primeros sonidos. Aunque dentro del hogar la convivencia era fluida, fuera de él no era igual.
“Cuando era pequeña no fue fácil, porque las personas se burlaban y era algo diferente… Es algo muy normal que cuando la gente no tiene conocimiento se burlen”, señala. Durante su infancia enfrentó burlas por comunicarse de manera distinta con sus parientes y por la brecha idiomática.
Calidad de los intérpretes
Uno de los puntos que destaca Merlyna durante la entrevista con Diario Libre son las deficiencias en la formación de intérpretes en el país. Señala que no existen programas nacionales con la calidad necesaria para la profesión.
Su preparación tuvo que realizarla en varios países, lo que respalda su experiencia. Para Merlyna, en República Dominicana podrían existir muchos intérpretes, pero no todos cuentan con el manejo del idioma requerido para desempeñarse en instituciones públicas.
Considera que, para trabajar como intérprete del Estado, debe tomarse en cuenta que la lengua de señas presenta matices según el país o región, por lo que se trata de una profesión que exige capacitación constante.
Ella también dirige su propia agencia, que ofrece asistencia para que las personas sordas realicen actividades cotidianas en universidades, bancos y consultas médicas, entre otras.
Muy poca promoción
Hace dos años, la República Dominicana dio un paso importante hacia la inclusión de las personas con discapacidad auditiva con la promulgación de la Ley 43-23. Sin embargo, Merlyna afirma que el esfuerzo ha sido insuficiente en su aplicación y visibilidad.
Aunque la normativa reconoce el uso de la lengua de señas como mecanismo oficial de comunicación y ordena a los poderes estatales promover su uso en actividades públicas, son pocas las instituciones que han incorporado intérpretes de manera parcial o permanente en transmisiones oficiales.
Al analizar varias nóminas del Estado, se evidencia que los nombramientos de intérpretes son prácticamente inexistentes.
Los salarios varían y las contrataciones se realizan tanto de forma fija como temporal. Por ejemplo, en el Instituto Nacional de Atención a la Primera Infancia (Inaipi), el único intérprete devenga 50,000 pesos.
También se registra un nombramiento en la Dirección de Estrategia y Comunicación Gubernamental (Diecom), con un salario fijo de 45,000 pesos, y uno en el canal estatal RTVD, donde un intérprete temporal recibe 26,500 pesos.
Fuente: Diario Libre
Deja una respuesta